Domingo de resurrección

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Brillaba el acero en los talones del bronco café.
Mientras el hermano Dedos,
Fingía pedos de deudas por cobrar.

Lidiaba el plumífero,
Un hito de barra y le rompía la hostia,
Al pobre payo importado del coronel.

Y del burdel la vigueta;
Crujidos gemía de oropel.
En el cuartel sin lavar la loza.
Al día siguiente con los soldados tirados.

Al primero que despertó,
Gárgaras de cerveza lo levantaron en resurrección.