Cómo escribir ficción

Añadiendo un cuarto nuevo a la mansión de la memoria

adorable hamster on black background
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Sí, adivinaste. Me quedé sin tema para hoy. Y ya que este blog trata de escribir ficción, supongo que hay que escribir ficción de vez en cuando….

Miró hacia atrás. Hacia el mar de papeles, las torres de Jenga en equilibrio de puntal de libros y los post it sobre post it con recordatorios de la semana ¿pasada? Este el cuarto donde había aprendido a pensar. El cuarto donde podía leer de revés. Dónde tenía su rueda de ejercicio y dónde los otros Hámsters enviaban sus mensajes en códigos que parecían sacados de una Enigma.

¿Para qué diablos quería un cuarto nuevo? Este cuarto y el otro, el de los techos altos, eran más que suficientes. Incluso tenía ¿uno?…sin terminar. Aquel que lo dejaba encerrado entre signos sobre la hierba y el cielo más azul. Pero no…¡quería más!

Revisó el equipo de inmersión. Cada vez que añadía un cuarto y quería entrar en él, tenía que usar el equipo. De otro modo se veía expulsado en cuanto ponía las patas dentro. Las ventosas de succión de las patas traseras estaban torcidas. Metió la pata delantera para  ajustar la parte que pisaba mal del lado externo. Se ajusto las anteojeras. Si veía cualquier cosa en otros signos, se vería expulsado del cuarto.

Había que ser cuidadoso. C’est ça. Je suis sur la place. C’est une fleur bleu et une grosse abeille plus une grande balleine sur la mère… Je peut un mot de… quoi? pour le ciel… Blanche il est..

Un ruido del exterior. Apenas nada, un susurro nebuloso.

—Jenny…muosha exhi shar.

Sintió el chupón de la distracción en su espalda, que terminó por extraerlo del cuarto. Parpadeo desorientado, haciendo que el rostro del cuerpo que habitaba, buscará el origen de la distracción. Era el Hámster progenitor que quería algo…

Intentó escuchar pero no terminaba de ubicarse en el cuarto habitual…los signos le resultaban extraños. La inmersión había sido más exitosa de lo que suponía.

—¿Qué?

—Tú nunca sabes que quiero. Quítate…

Se quedó mirando al Hámster progenitor, de quién nunca entendía del todo sus mensajes. Definitivamente, la realidad no era un buen lugar al que regresar.

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