Cómo escribir ficción

¿Cómo escribir ficción? (advertencia: no contiene imágenes)

Bienvenidos a un análisis cínico, pseudo-intelectual y …ya se me acabaron los adjetivos. En fin, bienvenidos a esta entrada donde haré trizas…no la verdad es que no —algunos de los consejos son buenos; un conocido y popular sitio sobre cómo hacer las cosas. Y sin imágenes —eso si no contamos la imagen de las florecitas que quieren decir entrada comparativa…y a un estreno que Big Choma[1] me acaba de prestar para ilustrar uno de los puntos.

El famoso sitio comienza por definir las historias de ficción como historias no verdaderas con elementos  de verdad en ellas. O como una historia a partir de la imaginación del autor que puede contener referencia a personajes o eventos reales.

Supongo que, antes de refutar o confirmar nada, se hace imperativo que saque al Larousse de su escondite —no solía tenerlo en la mesa de dibujo/trabajo/escritorio pero ahora ya no pienso devolverlo al librero.

Ficción. f. Creación de la imaginación: tu relato es una ficción. || Simulación.

Imaginación. s. m. Del verbo imaginar.

Imaginar. v. t. Representar idealmente una cosa, crearla con la mente. || Crear, inventar: imaginar un sistema de propulsión. || Pensar, suponer: imaginar lo que uno habrá dicho. || ~V. pr. Figurarse: se imaginó que era un sabio.

Así que tenemos dos cosas distintas; que en realidad no son tan distintas como diría Hilary Mantel, escritora de novela histórica. Al fin y al cabo, la historia la escriben los historiadores. Que son seres con gustos e intereses propios. Capaces de omitir a la mitad de la población del registro de hechos comprobables sólo porque no hace otra cosa que…tener hijos[2]. Parece mentira, pero a lo largo de 5,000 o más años de historia humana (escrita) las mujeres no hemos hecho otra cosa que ser bonitas o dar a luz a reyes o casarnos con ellos o seducirlos. Lo que es totalmente ficticio. Pero también…es Historia.

Pero no nos distraigamos. Tenemos la Historia, así con mayúscula, que se ocupa de las cosas “reales” y las historias, que se ocupan de las cosas imaginarias o inventadas. ¿Cierto?

Isaac Asimov decía que lo que hace valiosa una historia de ciencia ficción no es el que invente o pronostique una tecnología dada —de hecho casi nunca comprenden del todo como podría funcionar esta nueva tecnología puesto que no la están inventando sino imaginándola. Lo que resulta valioso de esta “predicción” es que imagina las consecuencias que tendrá dicha tecnología en el futuro.

Y hacía referencia a una historia donde se inventaba un medio de transporte sin caballos que provocaba atascos en las calles de las ciudades, porque las calles no se habían trazado tomando en cuenta el uso de estos vehículos. Así como tampoco se había tomado en cuenta en dónde dejarlos cuando no se usaran, ni el número tan elevado que existiría de estos armatostes.

Sí, así es, hablamos del automóvil. Y el valor de la historia reside en su capacidad de predecir sus consecuencias sociales. Es decir, de suponer que los automóviles generaran atascos y que no habrá estacionamientos suficientes para abastecer la demanda de espacio para aparcar.

Con este pequeño ejemplo, yo podría aventurar que la ficción es una historia real —dentro de ciertos límites (en concreto la imaginación)—  a partir de una simulación mental de patrones , personas, hechos o deseos.

¿Real? Si. Si una historia no puede concebirse como real dentro de la simulación, fracasa totalmente como historia. Incluso una historia con un escenario real, personajes históricos, personajes basados en una noticia o una novela histórica seria; sólo existe dentro del esquema de la suposición o simulación. Nadie puede afirmar 100% que pasaba por la cabeza de Enrique VIII cuando decidió convertirse al protestantismo —¿quería nada más divorciarse de la esposa fea y vieja? [3]. Ni siquiera mirando los documentos o leyendo su diario (si es que tenía uno, no lo sé). Ni siquiera un video es 100% infalible porque no lo muestra todo y existe una discrepancia de mili-segundos entre lo que sucede y lo que graba. Entre uno y el otro ángulo de la cámara. Es decir, que no podemos afirmar del todo que se trata de la “realidad”.

Por otra parte, ¿cuántas veces no hemos rechazado una historia porque no nos convence como “creíble”? Es decir, que no puede funcionar como algo real dentro de su simulación.

Una historia es un juego. Un juego donde se le cree al escritor. Cuando niños, jugábamos. Y nos creíamos que la montañita de piedras era un castillo y el perro al lado nuestro el lobo que quería devorarnos. Como adultos nos prestamos a este juego de leer/ver y pensar que lo que dice el autor es real (dentro de la simulación). Cuando el autor no es capaz de hacernos creer que lo que dice es real, la historia que nos cuenta deja de interesarnos porque resulta falsa. ¿No lee uno El club Dumás creyéndose que de verdad existe el diablo? Sueltas el libro y vuelves a ser tan ateo como siempre…bueno, uno que es ateo.

Las próximas entradas las dedicaré a analizar la información del sitio del modo en que este la distribuye; qué es como sigue a continuación:

Parte 1. Comprender algunos errores básicos de la ficción.

Parte 2. Prepararte para escribir ficción.

Parte 3. Escribir tu obra de ficción.

Parte 4. Revisar tu obra de ficción

Parte 5. Enviar tu obra de ficción: que no voy a analizar por obvias razones…

Por hoy, esto de hablar de la historia y la realidad me han dejado hecha polvo. Mi hámster protesta porque últimamente está haciendo horas extra. ¿Quieren aprender más sobre cómo escribir? Comenten, sus comentarios son un diálogo entre nosotros que nos permiten  establecer prioridades y realidades. O, simplemente, echarnos porras.

CONTINUARÁ…


[1] Big Choma es por lo regular Cropo pero ante su deseo de ser nombrado y mencionado por su seudónimo, hay que hacer el cambio. Además, me encanta decir que ¡somos amigos!

[2]La idea no es mía, la escuché en el Podcast sobre 100 women. Women History Hour sobre como el escaso o inexistente número de historiadoras ha creado esta falta de datos que reflejan una visión histórica tendenciosa del mundo. Lo único que hago es usarla para demostrar que dividir lo real de lo imaginario es un poco «complicado» y no se puede  hacer diciéndonos que es algo «obvio». La realidad es una de esas cosas que se pueden discutir hasta el cansancio…eso creo.

[3] ¿Enserio? Los hombres así suelen tener amantes, ¿para qué el divorcio? Es decir, la única forma de saberlo habría sido enviandolo al psiquiatra…

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