Besos de rana y arañas bajo la cama
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INAPTUS AVIS
—No este no me gusta Le decía la señora al marido, un guapo muchacho de peinado relamido y traje café jaspeado sobre chaleco blanco. —Vuelve a empezar. No puede ser que la casa se caiga por todos lados, Godoy. Bien me advirtió mi mamaá que tú no sabías construir casas —Pero mi vida… Y el muchacho volvió a empezar. Traía, cada vez, materiales pequeños para construir por módulos y materiales suaves para aislar el interior. No había manera, todo se caía por un agujero en el terreno. Entonces llegó la mafia. Quisieron ayudarlo a construir pero el interés era muy alto. Prefirió cambiar de terreno. En…
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Nota de rescate
Le sonrió con una nota de malicia azul en los ojos y travesura en la nariz. Le temblaron los bigotes, telegráficos. Todo su cuerpo un pisapapeles en reposo. Ella suspiró. Nada iba a moverlo de ahí. Se levantó y fue al tarro. El malandrin troto tras ella y regresaron juntos al plato verde sobre la encimera. Paf, paf, paf, paf. Él, triunfante, se sentó frente al plato a masticar croquetas. Ahora ella podía usar el cuaderno de japonés que había estado secuestrado bajo la barriga del gato.
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LA MAESTRA QUE CONTABA CUENTOS 
—¡Buenas tardes! —¡Buenas tardes! —Señora, hoy Ippei tuvo una incidencia, se cayó en el patio y se raspó la rodilla. —Ah, pero no lo empujó nadie ni se peleó, no es problema. —No, se cayó cuando corría. Y en la tardecita, cuando dijo que tenía hambre, sacamos su tupper con pera y sus compañeros lo vieron y quisieron. Ellos le dieron galletas a cambio de la pera. Al terminar Ippei dijo que los iba a acusar con su mamá de comerse su pera. Ippei se ríe. Es una risa de travesura. Toma la mano de la abuela, que lo recoge en el jardín de niños porque mamá trabaja. Se despiden…