Besos de rana y arañas bajo la cama,  Viernes ficticios

INAPTUS AVIS

a cape weaver flying from it s nest
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—No este no me gusta

Le decía la señora al marido, un guapo muchacho de peinado relamido y traje café  jaspeado sobre chaleco blanco.

            —Vuelve a empezar. No puede ser que la casa se caiga por todos lados, Godoy. Bien me advirtió mi mamaá que tú no sabías construir casas

            —Pero mi vida…

            Y el muchacho volvió a empezar. Traía, cada vez, materiales pequeños para construir por módulos y materiales suaves para aislar el interior. No había manera, todo se caía por un agujero en el terreno.

            Entonces llegó la mafia. Quisieron ayudarlo a construir pero el interés era muy alto. Prefirió cambiar de terreno. En la misma privada pero un poco más allá, junto al portón de entrada.  De nuevo, un tráfico intenso de materiales fue apilado en lo que parecía ser un terreno seguro.

            —Ay Gody, yo con esta panzota y tú con tus especulaciones de terreno. Hay mucho matón por aquí

            Godoy, el pobre, ya no sabía dónde meterse o cómo arreglar las cosas. Finalmente, la señora decidió que no podía esperar más.

            Y puso cuatro huevitos similares a los de chocolate, en el nido construido en la cubierta de un auto, dentro de un garage. Por segundo año consecutivo, su pareja se emperraba en construirlo todo mal y dónde había gatos. Quizá el año próximo se buscará otro pájaro.

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