Nota de rescate
Le sonrió con una nota de malicia azul en los ojos y travesura en la nariz. Le temblaron los bigotes, telegráficos.
Todo su cuerpo un pisapapeles en reposo. Ella suspiró. Nada iba a moverlo de ahí. Se levantó y fue al tarro. El malandrin troto tras ella y regresaron juntos al plato verde sobre la encimera.
Paf, paf, paf, paf. Él, triunfante, se sentó frente al plato a masticar croquetas. Ahora ella podía usar el cuaderno de japonés que había estado secuestrado bajo la barriga del gato.