Cómo escribir ficción

Cómo escribir ficción con restricciones temporales

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<<La preferencia por una crisis o por el desarrollo no implica meramente una cierta visión de la realidad o una elección de cierto tipo de textos. Una
vez elegida, ambas formas contienen implicaciones en la construcción de la fábula.

Pero un desarrollo también exige una selección. No se presenta toda una vida, sino partes de ella; otras se desechan, se abrevian, o se resumen. >>


Mieke Bal. Teoría de la narrativa (Una introducción a la narratología)


El asunto de la plausibilidad de modo notable, ¿a qué sí? Hablar del protagonista cepillándose los dientes o cortándose las uñas no reviste de mayor interés en ninguna fábula bien escrita a menos que algo lo interrumpa o lo modifique. Incluso Mieke nota que los vacíos existenciales o lagunas cronológicas (esos lapsos de tiempo sin especificar) no le importarán al lector. Por eso es que presentamos los acontecimientos de un modo tal que la (H)istoria va adquiriendo sentido. El sentido no tiene por fuerza que ser cronológico sino CAUSAL. Que haya una laguna no significa que dicho período este completamente en blanco. Mencionarlo o no depende de nuestra conveniencia. De lo conveniente que le resulta o no a la fábula (trama).

«Con todo, ocurre a menudo que los acontecimientos que se han omitido
se traen a primer plano en otras partes del texto. «

Mieke Bal. Teoría de la narrativa (Una introducción a la narratología)

CLIFFHANGERS Y RESTRICCIONES TEMPORALES


Ya había mencionado que Mieke explica el proceso como la elección entre el desarrollo y la crisis. Al preferir la crisis, se opta por omitir muchos más periodos de tiempo «sin interés» que cuando se prefiere el desarrollo. Con el desarrollo se puede elaborar o explayarse en dichos tiempos «muertos».


Para mí, no depende de si se elige o no la crisis o el desarrollo, sino del género, la personalidad propia y que tan bien hemos aprendido a mantener un ritmo apropiado para nuestra historia.


Una historia, para estar bien contada cuenta con un ritmo que nos da las pausas que crean esos «cliff hangers» tan «enojosos» para el lector y que, no obstante son (en parte) la recompensa de su lectura.  Sin cliffhangers no hay motivación para pasar la página.

Y eso, por supuesto que también depende de la afinidad entre el lector y el autor. Para mí madre, Mi año Salinger fue un desperdicio de tiempo observar a Joana Kroff ver pasar el tiempo como ayudante de agente literario; mientras que para mí fue bastante agradable ver cómo usa ella el principio de la indecisión para mantener la historia. El tenido momento antes de decidirse a escribir.
Es un ritmo que acelera allí donde hay acción y se ralentiza allí donde debe haber distracción. Y eso, más que definido por la elección entre crisis y desarrollo, también depende mucho del propio autor. Algunas veces, es difícil encontrar las 50 000 palabras cuando se puede hacer algo maravilloso con menos. Sobre todo cuando esa presión para «tener más palabras» solo conduce a repetirse. No hay nada peor que leer un libro «editado» y publicado que parece hacer copy-paste de si mismo cada número de párrafos para que luego te digan que debes evitar ser repetitivo

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