Cómo escribir ficción con destinateur et destinataire (dador y receptor)
Sí, vamos a escribir ficción usando un poco el otro idioma. Ese del otro escritor que nadie nombra por ahí como grandioso[1]. Y no es que haya sido idea de Mieke o mía. Es debido a las circunstancias en las que el deseo del personaje no basta para lograr lo que desea; que a un sujeto llamado Greimas (no pregunten, no tengo idea, tal vez más adelante y por el momento no importa quién era…bueno ahí el enlace de Wikipedia); se le hayan ocurrido estos nombres.
Así que, recapitulemos en mor de la claridad.
Los personajes (oops, actores), desean cosas. Pero desear solito no los lleva a obtener lo que quieren[2]. Siempre hay “poderes” externos que les estorban y por lo tanto; es a través de esta relación entre el actor y lo que se le mete en el camino que existe una segunda clasificación de actantes (relaciones entre actores).
Dador y destinatario
O como los llama Greimas: destinateur y destinataire. Nombres que nos hacen pensar en esta suerte de actividad que involucra papel y tinta y sellos postales y carteros. Pero no.
Incluso podríamos confundirlos con estos otros actores que en la narración, actúan como sidekicks o mascotas de las princesas Disney…. Y otra vez no.
Si traducimos destinateur por remitente, tenemos una relación entre ambos que implica una participación activa donde el “dador” le entrega al actor; aquello que va a ayudarlo a resolver el problema de su deseo. Y voy a romper el número mágico porque Mieke dice que no es así como sucede (tercera negación de tú deseo, querida lectora o querido lector). Si bien, sí es el dador el que proporcionará la herramienta o el objeto de deseo, no se trata de una persona común y corriente.
Se trata de una ABSTRACCIÓN. Esta abstracción puede ser la sociedad, el destino o el tiempo. Es decir, una encarnación. Sí, como Bill Puerta. Una representación antropomórfica, bastante habitual en los cuentos de hadas y que tiene que ver con elementos un tanto mágicos del tipo deus ex machina y que encontramos menos y menos en la ficción conforme mejoramos las técnicas narrativas.
Como ejemplo, podemos citar la historia donde el hada madrina (destino), otorga el vestido y la movilidad para asistir al baile; logrando así que la protagonista adquiera lo que desea.
En el análisis de textos narrativos
El sujeto y/o el dador (no siempre son equivalentes) tienen una actividad gramatical mucho más activa que la del objeto/destinatario. ¿Confuso? Sí.
Hasta que miramos el ejemplo que propone Mieke y que voy a decorar o mejorar con técnicas narrativas. (Para que esta entrada no sea una réplica total de lo que dice Mieke).
Era la noche callada y Virginia, que nunca le guardaba secretos al duque de Ormuz, prefirió emular a la noche. No abriría la boca hasta que el duque dejara de visitar a la señorita Rosina[3].
Aquí nuestro sujeto es el duque de Ormuz porque debe haber preguntado algo (incluso si no lo leemos). Virginia es el dador. Sólo que en vez de dar, niega (los dadores pueden también negar cosas). Le niega la respuesta al duque. En la oración siguiente, es el duque el que se convierte en dador. El deseo de Virginia es que deje de visitar a la señorita Rosina. Por lo que el duque, al darle gusto o no, se convierte en el dador.
Esta relación entre personajes (o actante) es como un preámbulo al descubrimiento del conflicto como algo que debe escalarse. Greimas lo define con base en la relación entre actores (personajes). Mientras que, los gurús de la escritura creativa[4] lo proponen como una serie de impedimentos al deseo del personaje (sin importar de donde provengan).
Sí el personaje tiene el agua hasta el cuello, ¿por qué no hacer que casi se ahogue?
Para escribir con destinataire y destinateur, hay que pensar en la dinámica de la relación entre los diferentes personajes. Cuándo y cómo estas interacciones van a darle al personaje principal lo que desea y, si este acto va a joderle la existencia y como escalará o no, el conflicto a niveles casi imposibles de resolver.
Como técnica (sí es que se le puede llamar así), se puede ver mucho en el manga (y los dramas chinos). Acciones que generan muchos malentendidos y que en general, forman parte del repertorio cliché de la narrativa asiática romántica pero que no encontrábamos tan marcados en occidente.
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[1] Honoré de Balzac. A quién no he leído. Se disputa el título con Víctor Hugo, a quién sí he leído.
[2] Extraño que esta sea la similitud más cercana a lo que sucede en el mundo real de entre todas las similitudes y también donde las similitudes se terminan. Son más comunes las historias con finales satisfactorios que las vidas humanas con finales satisfactorios.
[3] Invención rápida de moi.
[4] Como si escribir un programa educativo no requiriera de ninguna creatividad….