Cómo escribir ficción

Cómo escribir ficción con actores funcionales

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¿Funcional en qué sentido?

Y de nuevo me veo en una especie de callejón sin salida en dónde la elección de procesos te encierra en un circuito infinito dónde es imposible saber qué demonios es importante porque en el método que menciona Mieke hay dos categorías: la de actores funcionales y la de actores no funcionales… Que claro tienen que ver con el acontecimiento funcional. Y el acontecimiento funcional es elegido… de modo intuitivo. O a través de consenso con resúmenes hechos por personas distintas y revisando qué eventos se han mencionado de modo unánime.  Bajo ciertos parámetros.

Acontecimiento funcional

El acontecimiento funcional no es cualquier cosa sino que de acuerdo con Barthes (otro nombre que menciono sin saber si llegaré a leerlo) es: el cambio en la relación entre un grupo de actores; una elección entre dos posibilidades; una confrontación entre actores.

En sí, los eventos causales que le dan forma al “arco narrativo”/“el viaje del héroe” o todas las pequeñas dificultades que han ido escalándose con la finalidad de forzar a un personaje a elegir entre lo peor y lo menos peor. Todo lo que nos lleve a modificar la conducta del personaje o justifique saltar de acá para allá persiguiendo al McGuffin.

De esta forma es que en narratología, se puede descartar a ciertos actores (personajes) como no funcionales… Porque no causan ni sufren de los acontecimientos funcionales o no desean ni son deseados.

No obstante, estos personajes no funcionales, pueden servir para abrir puertas o limpiar la chimenea. Convirtiéndose en “expresiones de la realidad circundante”.

Traducción al español, estos personajes nos MUESTRAN la realidad y estrato social de las personas alrededor… fungiendo como elementos demostrativos que nos ayudan a cumplir con la máxima “contar, no mostrar”. Lo que, en mi no experta opinión (que bien que soy el Jake Sully de la narratología) me dice que estos personajes también son funcionales. Esto, sumado al hecho de que, poco a poco este tipo de personaje se ha ido transformando debido a que la narrativa se ha vuelto más y más refinada; nos deja más y más con casi ningún personaje que no desee nada o no “aspire a un objeto” (limitándose en narratología a lograr algo agradable, lograr algo desagradable, huir de algo desagradable o desfavorable).

Lo que me recuerda a Sarah Domet. Creo que ella explica que la interacción de los personajes principales con otros menos importantes nos da una visión del mundo interior del personaje y puede dar lugar a momentos divertidos que fungen como ventanas al interior de la “psique” del personaje principal.

Ni siquiera aquí se puede hablar de una diferencia real entre la Historia y la historia. Porque cada vez más los personajes “superfluos” desean cosas y se comportan como el personaje principal durante sus 5 a 10 párrafos de existencia; del mismo modo en que nosotros nos comportamos como la “estrella de nuestra propia película”.

Pese a que nadie se molestó en recopilar los nombres y hazañas de todos los participantes de la guerra de las rosas pero sí la de los aspirantes a la corona.

Y ya que el principio de la fábula reside en el aspecto de la intención, parece que todo lo que hay que hacer para descubrir un texto narrativo es descubrir: ¿qué desea el personaje?

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