Cómo escribir ficción preparado para volver a empezar

Para el lector común, una historia consiste en tres momentos: inicio, desarrollo y clímax. No tiene idea de que hay debajo de eso. No sabe lo que está disfrutando realmente. No sabe cómo diablos se enganchó emocionalmente. No sabe que el escritor está calculando lo más posible, dónde y cómo establecer satisfacción emocional para que continúe leyendo. No puede darse cuenta. Si lo hace, puff. El poder del embrujo se ha ido.
Nunca verá las horas de investigación o las horas de rascarse la panza, mirando al vació, intentando lograr que un personaje haga lo que queremos que haga… Nunca verá lo mucho que era necesario asesinar a alguien para que sucediera la historia. Nunca va a enterarse que no desea leer como el protagonista es de nuevo feliz o por fin es feliz. En cuanto lo sea, se acabó la historia. Así que no, un lector promedio no puede tener idea de cómo está construida una historia.
Encima, hay que escribir un párrafo, un único párrafo… A veces menos que eso. Una sola línea, para vender la friolera de 50,000 palabras desde el momento en que el lector levanta la tapa delantera del libro y se brinca el frontispicio.
Es casi más difícil que el amor a primera vista porque el amor a primera vista sucede sin que el cerebro lo procese. Nadie que no haya leído un íncipit bueno, ha leído sin procesar (al menos inconscientemente) qué resulta atractivo del libro. No obstante, este arte maravilloso de narrar historias tiene por fuerza que aspirar a este momento. A la perfección.
Y la perfección no existe. Pero si no aspiramos a ella, ¿cómo crear entonces? Pero sí nos emperramos en ella, ¿cómo terminar de escribir en algún momento? Escribir es un lugar dónde se aspira a la perfección pero se tiene muy en cuenta que el fracaso, es probablemente lo primero que suceda. La primera historia suele ser horrible. No tiene pies ni cabeza o le falta interés. Es un total y absoluto desperdicio en apariencia. Le seguirán otros fracasos.
Y cuando sucede… Hay que levantarse del suelo y volver a sentarse en la silla giratoria, la silla de la cocina o el piso o la cama; con la tablet enfrente (o el celular). Tal vez sea válido renunciar por un momento a enfrentarse de nuevo con las páginas en blanco e ir por un café (té por favor…).
Volver a empezar.
Como las rosas cuando los borregos se comen las hojitas de arriba. Volver a empezar.
¿Alguna vez has tenido que reescribir toda una historia? ¿Cuál es el número máximo de veces que reescribes una historia?

