LA MAESTRA QUE CONTABA CUENTOS 
—¡Buenas tardes!
—¡Buenas tardes!
—Señora, hoy Ippei tuvo una incidencia, se cayó en el patio y se raspó la rodilla.
—Ah, pero no lo empujó nadie ni se peleó, no es problema.
—No, se cayó cuando corría. Y en la tardecita, cuando dijo que tenía hambre, sacamos su tupper con pera y sus compañeros lo vieron y quisieron. Ellos le dieron galletas a cambio de la pera. Al terminar Ippei dijo que los iba a acusar con su mamá de comerse su pera.
Ippei se ríe. Es una risa de travesura. Toma la mano de la abuela, que lo recoge en el jardín de niños porque mamá trabaja. Se despiden de la maestra y la abuela lo suelta un rato, necesita las dos manos para revisar la mochila: la chamarra de deportes, el agua, la lonchera y la tarea.
¿Hay que comprar algo de la papelería? No, pero sí hay mucha tarea.
Vuelve a tomar de la mano a Ippei y caminan hacia la avenida. Al darle vuelta a la esquina la abuela le pregunta al nieto:
—¿Te dieron galletas?
—No.
Un comentario
Alberto Escandon
gran final para una historia