Cómo escribir ficción usando la comida como metáfora o: El banquete prohibido de la literatura
<<And the woman said to the serpent, «We may eat the fruit of the trees of the garden; but of the fruit of the tree which is in the midst of the garden, God has said, ‘You shall not eat it, nor shall you touch it, lest you die.'»>>
<<Y la mujer le dijo a la serpiente “Podemos comer la fruta de los árboles en el jardín, excepto la fruta del árbol en el centro del jardín. Dios ha dicho, ‘No deberás comerla ni tocarla, o morirás’”>>
The bible of King James/Versión autorizada del Rey Jacobo
Comida. Ningún ser humano puede sobrevivir sin comida. De hecho, ningún ser vivo puede sobrevivir sin comida. Desde los hongos hasta los animales… A veces parecería que incluso los virus, excepto que los virus no procesan ninguna fuente de energía.
Nuestra relación con la comida es un asunto sólido de permanencia en el mundo. Y un asunto de transmutación en caso de tocar o comer aquello que no pertenece a nuestro mundo. Como la manzana del jardín del Edén. Lo que puede generar toda una serie de preguntas en apariencia estúpidas. ¿Por qué una manzana? ¿Por qué no dátiles, carne, miel o leche? Cualquier cosa comestible. Las naranjas son más bonitas. ¿Por qué no un carambolo con forma de estrella?
Bueno, como en todo buen cuento de hadas … había una vez un traductor al que le gustaban los juegos de palabras. Y que decidió usar la palabra malus[1] porque era a la vez, mal y manzana. Con lo que la “fruta” genérica se volvió roja, redonda y jugosa. Bastante más fácil de conseguir que una naranja y puesto que era una traducción al latín vulgar…había que volver el libro un éxito de ventas con un poco de copy writing inclusivo. Para que vean que las técnicas para contar cuentos de hadas no son cosa del otro jueves.
Y eso tan solo en la versión judeo-cristiana del mundo…pero ¿qué pasa en ambientes un poco más paganos? Lo mismo.
En Fávila, Graham Dunstan Martín alude a la comida del inframundo. Cuando Ewan busca a la niña del sacrificio para traerla de vuelta a la vida, Brincante le prohíbe tocar, comer o beber nada. Y Ewan se encuentra a sí mismo famélico después de algunos minutos en el mundo de los muertos. Se le invita a comer. Pero Ewan resiste. Tocar la comida o bebida del inframundo equivale a quedarse allí, a olvidar el mundo. De igual manera podría suceder si en vez del inframundo, se tratara del reino de las hadas.
Comer es un asunto serio pues. Lo suficientemente serio para convertirse en tema recurrente de los libros para niños.
“Many of these stories feature food as a temptation for the young protagonists, as a tool used to trick them into doing something wicked or mischievous, putting them in danger or dropping them into the clutches of an evil power. Sometimes, this tempting food is magical, offered by a witch or supernatural being. Food is often a weapon in fantasy literature, meant to lure children towards evil.”
#Muchas de estas historias muestran la comida como tentación para sus jóvenes protagonistas. Una herramienta para inducirlos a cometer algo malvado o travieso, poniéndolos en peligro o dejándolos indefensos ante un poder malvado. Algunas veces la comida es mágica, ofrecida por una bruja o un ser sobrenatural. La comida es un arma en la literatura de fantasía; con miras a atraer a los niños hacia el mal”
<<Nikolajeva suggests “meals in myths and fairy tales are circumlocutions of sexual intercourse, which, in its turn, is the necessary stage in a rite of passage”>>
<<Nikolaevna sugiere que “las comidas en mitos y cuentos de hadas son circumlocuciones del intercambio sexual, que a su vez, es un rito necesario de la adultez”>>
Nothing more delicious. Food as temptation in children’s Literature. Stephens Mary A. 2013. Electronic theses and dissertations.
Y eso que supongo que ni Mary Stephens ni Nikolaevna llegaron a leer Doña Flor y sus dos maridos; donde toda la tensión anímica y de tentación corre en los chorros de aceite de palma en los que freír los deseos, porque ése no es un libro para niños. Los que sí aparecen y seguro recordarás los pasajes relacionados con la comida son: Alicia en el país de las maravillas, Hansel y Gretel, Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero[2].
Claro que en ocasiones, volverlo todo sexosamente Freudiano es bastante rebuscado y poco confiable. Lo que no excluye que las mentes de los autores tengan un poco de cochambre en alguna parte[3].
Sin embargo; es en nuestra relación con la comida donde está la metáfora. Aquello que relacionamos como infantil, adulto, pecaminoso o incluso amoral, termina relatando nuestra historia. O si no ¿por qué somos capaces de mostrar asco frente a un inocente murciélago vampiro que se alimenta de sangre, pero sentirnos excitados por la idea del vampiro con piel de porcelana tragándose los mismo glóbulos rojos? Esta es la idea que utilizó Bram Stoker para crear a su “monstruo” mientras que Coppola lo sexualizaba con Winona Ryder, despejando el camino para las Bellas y Edwards de este mundo[4].
En Japón, beber el café solo es un sinónimo de adultez. Los niños o los enfermos beben café con leche o azúcar.
Los cigarrillos, que no son comida pero requieren de una acción infantil (succionar) se asocian con la llegada de la razón… por razones económicas. Como en todo buen cuento de hadas con patrocinador.
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[1] ¿Cómo no me había dado cuenta antes sí este es el nombre del genus del árbol de manzana?
[2] Lo leí pero no recuerdo la parte del turrón y el encanto de la adicción que se posa sobre Edmund al comerlo.
[3] En mi caso, grandes manchones de grasa.
[4] No, es un libro que no he leído pero es más popular que la sopa de letras.