Cómo escribir ficción reflexionando sobre la Guerra: una traducción de la conferencia La marca de Caín por Margaret MacMillan
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Esto es una traducción de una transcripción por lo que puede estar sujeta a errores de la transcripción y la estoy haciendo a título personal debido a que, estamos viendo una guerra que no debería estar sucediendo. Elecciones en Corea ganadas por un individuo que pretende la colaboración de cantantes y actores con el estado; en una suerte de repetición del ideal comunista del arte bajo el yugo del poder y eso…NO ME GUSTA. El arte bajo la presión del éxito de ventas es una especie de represión tolerable… mientras que el totalitarismo de invadir mis pensamientos ya no lo es. Por eso…en partecitas, a veces literal y a veces con algunas libertades:
Conferencias Reith 2018: LA MARCA DE CAÍN
26.06.2018 0900-0945
Conferencista: Margaret MacMillan
Conferencia I La guerra y la Humanidad
APLAUSOS DE LA AUDIENCIA
ANITA ANAND: ¿Es la guerra una parte esencial del ser humano? ¿Estamos destinados a pelear unos contra otros? Estas son las preguntas principales de las conferencias Reith de este año. La serie: La marca de Caín; en ella, exploraremos la intrincada historia de la guerra y nuestras propias reacciones complicadas y los sentimientos hacia ella y las personas que luchan. Empezamos la serie de cinco conferencias, aquí en Londres en el Radio Teatro de la BBC, en la Old Broadcasting House (la Casa Vieja de la Difusión); y se siente el propósito de hacerlo, puesto que este lugar fue muy dañado por las bombas caídas durante la Segunda Guerra Mundial. Escucharán más en la conferencia, pero déjenme contarles algo más sobre la conferencista. Canadiense de nacimiento, es una de las mejores historiadoras trabajando al día de hoy. Es autora de libros aclamados por la crítica y hasta hace poco la directora del Colegio Anthony de la Universidad de Oxford. No puedo esperar a que la conozcan. Un fuerte aplauso por favor para Margaret MacMillan.
(APLAUSOS DE LA AUDIENCIA)
ANITA ANAND: Así que Margaret, no sé tú pero yo siento, como nunca hemos estado en una situación tan precaria como ahora; se siente como que estamos a un chiflido del Día del Juicio todo el tiempo. ¿Eso es porque vivimos en una situación más peligrosa históricamente o es sólo que hablamos mucho más acerca de ella?
MARGARET MACMILLAN: Oh, creo que es muy difícil comparar porque creo que las personas se han sentido en una situación comprometida en 1939 y seguro en 1914, y hubo momentos terribles de la Guerra Fría en la que pensamos que la palmabamos. Así que es muy difícil decirlo del momento presente, pero me parece que es bastante más precario de lo que ha sido por un tiempo. Tenemos centros del poder diferentes, rivalidades regionales distintas, tenemos guerras a menor escala por ahí que parecen no terminar; así que creo que hay muchas cosas por las que sentirse pesimista al respecto.
ANITA ANAND: Ahora los historiadores como tú. Quiero decir, con frecuencia cuando las personas hablan sobre temas académicos, dicen que hablan de temas explosivos, oh que se meten en temas muy delicados. Quiero decir, tú realmente manejaste explosivos. La pequeña Margaret jugó con granadas. Cuéntanos esta historia de la vida real.
MARGARET MACMILLAN: Bueno, en ese entonces no me di cuenta que era una granada y mis hermanos y hermanas y yo jugamos con ella. Mis abuelos, los abuelos canadienses, tenían una vitrina de curiosidades. Dentro había esta cosa redonda de metal que era un poco como una fruta de granada que mi abuelo, doctor en la Frontera Oeste en la Primera Guerra Mundial; se había traído de Alemania. Así que nosotros, de Francia, jugábamos con ella. La hacíamos rodar en el suelo. Y cuando crecimos, empecé a estudiar historia y noté que la espoleta seguía allí (risa) por lo que les dije a mis mayores y hermanos: “Creo que esa granada sigue viva”. Por lo que fue removida y enterrada. El problema es que ninguno de nosotros se acuerda dónde (risa).
ANITA ANAND: Un día de estos vamos a saberlo, ¿no es así, Margaret?
MARGARET MACMILLAN: Me temo que sí.
ANITA ANAND: Okay. (risas). La otra cosa que he estado muriendo por preguntar es que este es un lugar que habla sobre la Guerra. Es muy — estoy pensando la forma apropiada de decirlo —pálido y masculino. ¿No hay gente volteándose hacia ti y diciendo cosas como: “Mire señorita, no preocupe su cabecita con estas cosas”
MARGARET MACMILLAN: Solía sucederme cuando era más joven. Ahora soy mayor y estoy más curtida, no suele sucederme tanto. Mi respuesta de siempre es que la guerra es algo en lo que deberíamos pensar todos. Nos afecta a todos de distintas formas —algunas veces directa, otras indirectamente — y las mujeres son muy parte de la sociedad y se ven tan afectadas como los hombres.
ANITA ANAND: Bueno, no puedo esperar a escuchar lo que vas a decir. La primera conferencia es sobre guerra y humanidad. Margaret MacMillan.
MARGARET MACMILLAN: Gracias
APLAUSOS
MARGARET MACMILLAN: Todos aquí hemos venido desde historias distintas por supuesto y también hemos tomado rutas distintas para llegar aquí, hoy. Algunos de nosotros llegamos a la estación Waterloo por la plaza Trafalgar; nombrada después de — por supuesto — victorias. Algunos llegaron a la estación Paddington y pasaron por la estatura de bronce del soldado de la Primera Guerra Mundial leyendo una carta, Otros debieron haber llegado a la estación Victoria, desde dónde muchos soldados partieron a la guerra durante la Primera Guerra Mundial y por supuesto, muy pocos regresaron.
Con frecuencia han pasado caminando por Londres y por doquier monumentos, cenotafios, los nombres de los lugares, estatuas de almirantes, estatuas de generales a los que ya no recordamos. Cada pueblo pequeño de Europa y cada villa tienen un memorial de guerra porque se han peleado muchas guerras en Europa y hay monumentos de guerra por todo el mundo, claro. La Guerra afecta nuestro idioma incluso. En inglés, si quieres decir algo grosero usas la palabra “Dutch”o “French” y eso nos lleva a los tiempos en que los alemanes y los británicos o los franceses y los británicos eran enemigos.
Usamos la guerra como metáfora: hablamos de guerras contra la pobreza, guerra contra las drogas. Alguna vez estuve en un concurso literario y uno de los libros enviados se llamaba Mi guerra contra el colesterol de mi marido (risas), Y con las recetas dadas como parte de esa guerra, creo que el pobre hombre debió haberse quedado mejor con el colesterol (risas).
Los remanentes físicos de la guerra por supuesto aún resurgen. En 2002, se descubrieron cientos de cadáveres fuera de la ciudad de Vilna en una tumba colectiva. Aún vestidos en uniformes azules, uno de ellos con la escarapela tricolor en el sombrero. Eran soldados de Napoleón huyendo de Moscú.
Yo crecí en una Canadá pacífica pero mi padre y uno de mis tíos pelearon la Segunda Guerra Mundial y…ambos abuelos en la Primera Guerra Mundial. Y crecí como otros con libros para niños con títulos como “Los niños aliados[1]”, Leí los libros de Henty escritos para animar a los niños en edad escolar ingleses a convertirse en buenos soldados. Leemos cómic de la Segunda Guerra Mundial. En Brownies, cantamos canciones de la Primera Guerra Mundial en lo que he aprendido ahora, como una versión muy depurada (risas).
Estamos, creo, perplejos con la guerra. Incluso si no la hemos vivido; la encontramos perturbadora, Algunas otras, tentadora. Y allí es donde está una de las cosas complicadas de nuestra reacción hacia la guerra, pienso, — es algo que tememos y admiramos también en ocasiones — y esto es algo que me gustaría explorar.
Somos una sociedad fascinada por la Guerra, creo. Si van a cualquier librería cercana verán vitrina tras vitrina de libros sobre la guerra, Los videojuegos más populares en los Estados Unidos al comienzo del 2018, sólo por poner un ejemplo; eran en el número uno Master Hunter[2], que es un juego de guerra, el segundo era Dragon Ball y el tercero Call of Duty sobre la Segunda Guerra Mundial. Y estos juegos nos muestran algo de nuestra fascinación con la Guerra.
Por qué admiramos la Guerra, por qué tememos su curso es una pregunta difícil; pero creo que por el lado de la admiración es que le encontramos cualidades que no siempre vemos en la vida civil, Encontramos personas listas a sacrificarse, listas para morir por ideales o preparadas para morir por otros. Y aunque, desaprobemos los objetivos y los objetos de guerra, encontramos las cualidades que vienen con ella, admirables.
La mayoría de nosotros ha sido afortunada y no ha vivido una guerra. Pero no hace mucho que esta ciudad y este teatro fueron objetos de guerra. El edificio fue bombardeado — el edificio en el que estamos —, fue bombardeado en 1940 y fue escogido deliberadamente por la Luftwaffe porque Hitler y sus consejeros se dieron cuenta de lo importante que era la BBC.
Este edificio fue elegido y en Octubre de 1940 fue tocado por las bombas alemanas dos veces. Siete miembros del personal murieron tratando de remover la primera bomba. Vino el departamento de bomberos y la BBC siguió transmitiendo. El lector de las noticias de las 9 en punto paró por un momento y después siguió. Al día siguiente, un andamio apareció y se limpiaron los escombros. Y eso me parece que muestra algo sobre la naturaleza de la guerra — que requiere montones de organización. La Alemania nazi tuvo que hacer la bomba, inventar como dejarla caer donde la querían, llegar aquí y soltarla sobre la BBC, y Britania y la BBC tuvieron que tomar el daño, organizar formas de lidiar con ello y seguir luchando.
[1] The Boy Allies, 1915-1919. Robert Drake y Clair Hayes, A. L. Burt Co.
[2] Sin traducir debido a que la variación de la traducción entre los países de habla hispana para su venta puede ser bastante diferente o incluso, puede que no haya sido traducido el nombre en lo absoluto.
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