Deudas
Brotaban y crecían,
a placer entre los dos.
Y eran deudas:
las palabras que mantuve bien calladas.
A raya en guerra perpetua,
sin un momento de tregua,
insensateces huecas de mi desahuciada lengua,
agua verdosa y babosa.
Y así crecían.
Malas hierbas.
En un ridículo deseo, de un pacto inverosímil.
Y eran las mentiras que crecían aún sin mirarlas, quietas.