Cómo escribir ficción

Resolución de escritor p1

Escribir como estilo de vida

Chuck Wendig en su blog “Terrible minds” el 30 de diciembre del año pasado escribió:

Cada año hago una resolución de escritor. Algo que es más para mí que para ti, quizás también para ti, si es que aplica. Las resoluciones son engañosas por supuesto: no quiero hacer de ellas una necesidad, y ciertamente hay algo arbitrario en escoger una fecha del calendario para ponerse en plan OK ES MOMENTO DE MEJORAR. Pero, al mismo tiempo, si vas a escoger mejorar y cambiar tienes que decidir hacerlo y si no ahora.. ¿cuándo? Así que ahora está bien también y con los engranes del reloj girando; dándole vuelta al año, se siente como un momento de circunstancia  y consecuencia de hacer algo, cualquier cosa para sopesar el cambio deseado.
Así que, hahaha, pensé: ¿Qué resolución escribí el año pasado? ¿Cuál pensé que era el camino hacia adelante en 2020, este odioso año de diarreico caos? ¿QUÉ TAN INOCENTE ERA YO ENTONCES? Así que lo revisé y, uhh, el año pasado 2020 escribí una resolución que dice lo siguiente:
«¿Conoces el proceso en el que te preguntas qué harías si sólo tuvieras seis meses de vida? ¿Aprender a saltar de edificios (base jumping)? ¿Pelear con un oso? ¿Coger con un robot? No lo sé. Está la parte autoral de esto que es, ¿qué libro escribiría? ¿Qué libro escribiría si no supiera que alguien iba a leerlo, incluso sin saber si podría terminarlo incluso antes de que El Final me alcanzará, incluso sin importar en lo absoluto? ¿Qué libro de culo raro, particular como el infierno —pequeño o grande, vive en las profundidades de mi corazón y emergería ululando su canción de cabra loca al susurro de una sentencia de muerte potencial? ¿Qué curiosa creatura narrativa reptaría fuera y sisearía, excitado?:


—Me toca a mí, ¡mono empuja plumas!

Y bueno, te estás muriendo.
Aquí está: tú diagnóstico terminal.
Vas a morir. El mundo entero, también. Va a morir»

Así que, de forma extraña estaba dándole al clavo y al mismo tiempo no.
En el clavo porque, hey, este año ha sido un buen recordatorio de que, TODOS VAMOS A MORIR.
Sin pegarle porque, con ese tipo de cuchillo a la espalda, es muy difícil ser creativo. Mi punto intentaba ser genérico, por supuesto, y un sentido realista de nuestra mortalidad nos recuerda de modo útil que no tenemos una panoplia de días en los que llegar a nuestras metas y, que si queremos ser escritores, tenemos que escribir en algún momento. E incluso para mayor certeza de esa publicación, es útil darse cuenta que en este limitado espacio de tiempo que se nos asigna, bien podrías usarlo en escribir el tipo de cosas que deseas escribir. No lo que creas que alguien más necesita o desea. No en el universo de alguien más si es posible pero tú historia, por tí, para tí, poseída por tí, tuya, tuya, tuya. No por el solipsismo narcisista sino para ATRAPAR A LA CARPA CREATIVA y dejar atrás un trabajo que salga de tu corazón y tu cabeza.
El problema es que, una pandemia real es una amenaza de buena fe existencial, no la teórica bajo la que vivimos constantemente (que ducha de agua fría para el pepino ¿verdad?) Fue eso, más Trump y el caos electoral y más caos alrededor en general. Todo eso se suma y hace difícil escribir. Al menos para mí— otros pueden haber ido en la dirección contraria, desapareciendo en sus historias como un escape. Pero para mí, fue una sensación de derribo, arrastrado por el viento, incluso me sentí un poco roto a causa de ello.
De este modo mi resolución, y quizás para ti, es mirar este año para sanar y crecer —resurgir y regresar. No un regreso estilo estallido de FÉNIX dónde pasamos de PILA DE CENIZAS A ÁGUILA INCANDESCENTE FURIOSA, algo más modesto, lento y más deliberado.
Para disentir por un momento, hay dos nociones opuestas en el consejo genérico sobre escribir —la primera sobre ESCRIBIR TODOS LOS DÍAS, la segunda VE A TU PROPIO RITMO Y PRACTICA EL PERDÓN. Ambos pueden ser ciertos y ambos pueden ser falsos. Una adherencia rigurosa a uno de ellos es donde encuentras los problemas. Estoy acá vez más consciente de que, he hablado de esto antes, como los escritores codifican nuestros consejos de escritura para otros, pero pronto volvemos nuestro propio proceso un mito[1]. Cómo si aceptáramos el hecho de que esté es nuestro proceso, es como escribimos y más tarde, se vuelve como debemos escribir. Me he creado un folklore sobre cómo escribí libros y fue cierto, incluso, para algunos de ellos: escribir 2000 palabras todos los días, con el trasero en la silla, con un marco (outline), un libro detrás del otro y así. No era un error. Tampoco era cierto. Era sólo algo que hice para un bonche de libros, bastante muy al principio de mi carrera, funcionó cuando funcionó y falló cuando falló. Porque, por supuesto, cada libro es su propio monstruo y cada monstruo necesita su propio encuentro: un monstruo quiere niños de aldea para comer y cabañas que aplastar. Otro monstruo desea un oído que atravesar y un cerebro dónde empezar una camada. Don bestias distintas. Y eso está bien.

Pero intentar un único enfoque para cada monstruo es arduo —no puedes alimentarlos a todos con los niños de aldea que has recolectado pues habrá uno que sea alérgico y requiera niños criados en una granja orgánica. Wanderers me recordó que cada libro quiere lo que cada libro desea, necesita lo que necesita y somos un escritor distinto cada vez que empezamos un libro y un escritor diferente cada vez que lo terminamos. Cómo el coronavirus, mutamos con cada anfitrión.

Para remover al monstruo de la metáfora—algunas veces necesitas bajar el ritmo, llevarla leve, re evaluar.

Similarmente puedes ir demasiado lejos en tu proceso de perdón a tí mismo, dándote demasiado espacio para respirar, que terminas respirando nada más en vez de escribiendo. Estamos constantemente en esta batalla entre hacernos responsables y permitirnos a nosotros mismos un día libre. Una guerra entre la razón  y la excusa, entre el trabajo y la paz, entre correr y descansar, entre rebotar o recuperarte. Y sólo puedes llegar ahí, creo, conociéndote a ti mismo, y sólo te conoces de verdad como escritor escribiendo. Escribiendo un montón, cuando puedas y viendo que pasa cuando hacemos las cosas de diferente forma. Podemos des-mitificar nuestro proceso personal con solo joder con él.

Le damos vuelta a la fórmula.  Hacemos malabares hacia la izquierda cuando siempre hemos saltado a la derecha.


[1] Me hizo recordar a Patricia Highsmith que dice que en algunos relatos le importa más la trama que los personajes mientras que para otros relatos, le importan más los personajes. Dándose cuenta que el proceso de escribir no es igual para todos los eventos narrativos de nuestra vida. Si llamamos evento narrativo al hecho de poner el cutis en el asiento y escribir una historia.

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