La leche condensada con limón o el relleno del pay
¿Cómo creamos una recompensa?
No estoy del todo segura pero… ¿alguna vez has resuelto alguna novela de Agatha Christie? Me avergüenza decir que sólo he resuelto la más sencilla de las que he leído: El misterio del tren azul, Un gato en el palomar, Un grano de centeno y… Diez negritos.
¿Recuerdas haber pasado por las pistas, las bombas de humo que lanzaba la autora para despistarnos y el placer de encontrar al asesino cuando (si no lo resolvías solo) el personaje principal hace recuento de todo y te explica cómo llegó a la solución y te regresabas a la página correspondiente cuando querías verificarlo?
Algo muy similar es lo que sucede. Colocamos nuestras piezas como si se tratara de piezas de Lego y las colocáramos de tal suerte que podemos atisbar de que va la narración pero sin ser capaces de descubrirlo del todo. Cuando hacemos que nuestro texto revele cosas a medias. O, como lo dice Ronald B. Tobías en “20 Master plots”: la información importante tiene que parecer casual o el relato perderá su encanto porque nos daremos cuenta dónde está la información y ya no tendrá sentido seguir buscando.
A esto McKee lo llama montaje y aquí es donde entra en juego el ejemplo que puse al principio (probablemente de modo tonto… o ¿los hará regresar a la entrada anterior para re-leerlo?) Según tú, ¿cuál es el cambio de humor que da la pauta para el desarrollo de la trama?
Bueno, podría ser. La fotografía es un punto de partida interesante y bastante más obvio que la ilustración. ¿Quién da un comino por el trabajo que hace ella cuando hay una foto de un desconocido que salió de un libro? El desconocido podría estar guapo…o desaparecer de la foto misteriosamente…
Esto es un elemento casual…causal. Si yo tomara este elemento y lo transformara en mi inflexión —supongo que estos son los famosos beats—al hacer que ésta ilustración la mire su novio/novia[1] y esto desencadenara una ruptura, tendríamos una recompensa para el lector atento y detallista pero tendríamos un desencanto con el lector no tan atento. Un lector menos atento y menos experimentado tomará la foto, especialmente si hago que el individuo en ella cambie, como el switch on/off de la historia. Podría ser que ella regresa de la llamada, recuerda la fotografía, la levanta y…el tipo de la fotografía es ahora una persona común y corriente; no el asiático alto de ojos negros y aire intimidatorio que ella había visto antes. Hasta que se topa con él en el trabajo pues acaban de vender la empresa para la que hace outsorcing y él es su nuevo jefe. ¿Se espesó el relleno del pay?
El asunto del montaje es que sea sutil pero no tanto…en esto interviene la experiencia [de la cuál carezco bastante por lo que veo] y la edad del lector. Mientras más joven, más fácil debe ser encontrar el momento del cambio o punto de inflexión pues las sutilezas mentales todavía no están allí para que hagamos historias con matices de gris. Los niños son incapaces de ver más allá del blanco y el negro (bueno/malo). ¿Cómo crear un montaje que resulte creíble e increíble? Espero atacarlo de forma genial (frotando la lámpara de aceite será porque no soy ningún genio aunque si tengo un genio…mal chiste) en Comerse el pay como si fuera la primera vez.
[1] Últimamente las historias para ser incluyentes se decantan por personajes bisexuales y con ello se ahorran muchas molestias pues si quieren una relación convencional sólo la hacen cortar con la novia y le consiguen un novio o viceversa. Ejemplo: Shard, webtoon.