El atractivo fatal de la guerra p3
Finalmente, por supuesto lo que las Artes hacen —y hay muchas otras cosas que hacen y que todos ustedes serán capaces de pensar por sí mismos—es que ayuda o ayuda al menos a mostrar el duelo y la pérdida. Y de nuevo, quiero darles un ejemplo; a pesar de que por supuesto hay cientos, y ese es el de Kathe Kollwitz, la gran pintora y escultora alemana y activista de la izquierda, una activista social. Ella y su esposo vivían en una zona pobre de Berlín dónde él llevaba una clínica para la gente que vivía allí. Tenían un hijo de 18 años. Se ofreció voluntario en Agosto de 1914 para pelear en las fuerzas alemanas y ella no intentó detenerlo, algo que más tarde, se reprocharía a sí misma por el resto de su vida. Se fue el 12 de Octubre de 1914 y murió diez días más tarde. Ella y su esposo jamás dejaron de hacer duelo. Su dormitorio fue dejado tal cual. Cada año cuando era su cumpleaños o hubiera sido su cumpleaños, encendían velas para celebrar su cumpleaños y cada año añadían una vela más para mostrar la edad que hubiera tenido si no lo hubieran matado a los 18. Como ella dijo de su hijo llamado Peter, ella dijo: “Peter era una semilla para ser plantada que no debería haber sido enterrada” Intentó hacer un memorial, experimentó con varias cosas para el cementerio donde su hijo fue enterrado en Bélgica, y lo que finalmente creó —y aún pueden verlo allí— son dos figuras. Ella pensaba tener al chico muerto pero después sintió que era simplemente imposible. El había desaparecido en un vacío. Y como resultado hay una madre doliente con la cabeza inclinada y abrazándose a sí misma y un padre de pie que mira a lo lejos, también doliente. Ambos están allí y están solos, cada uno en su propio dolor.
Así que las Artes han jugado y son muy importantes y pasan a través de la guerra de una forma muy importante. Y por supuesto nos ayudan a conmemorar la guerra como este museo lo demuestra tan bien. Nos ayudan a darle forma a nuestra memoria de la guerra, nos ayudan a darle forma a cómo recordamos la guerra. Y frecuentemente, hay una tensión en esto porque habrá una versión oficial de lo que las personas piensan que debería ser recordado. Los gobiernos frecuentemente desean enviar un mensaje cuando juzgan y conmemoran la guerra y algunas veces, patrocinan un punto de vista determinado. Siempre hay discusiones por supuesto, sobre como deberíamos conmemorar la guerra, ha habido discusiones desde el 2014 sobre cómo debería conmemorarse la Primera Guerra Mundial. En Bretaña por ejemplo, ¿debería verse como algo que fue necesario y justo o debería mirarse como un completo y derrochador desastre? El gobierno de ese momento sintió que la primera versión era más correcta y que había allí algo importante y creo argumentos públicos interesantes.
Frecuentemente, cuando los gobernante juzgan y dirigen la conmemoración, descubren que las personas empiezan a involucrarse y comienzan, con frecuencia, a suplantarlos y entonces tienes siempre esta tensión entre lo que las personas desearían recordar, lo que todos nosotros desearíamos recordar y probablemente tengamos varias cosas que queramos recordar; y lo que los gobiernos desearían que recordáramos. Déjenme darles un solo ejemplo desde la Gran Guerra, de la Primera Guerra Mundial. En Whitehall hay un cenotafio. Cada año en Noviembre 11, colocan coronas[1]. Un cenotafio es una tumba vacía. Es un memorial para aquéllos muertos cuyos restos están en otra parte, y por supuesto; en la Primera Guerra Mundial fue imposible recobrar muchos de los restos de quiénes murieron puesto que fueron, literalmente, volados en pedazos.
Inicialmente diseñado por Sir Edwin Lutyens en madera y yeso como estructura temporal para el desfile de la victoria, en julio de 1919, pero de alguna forma el público se lo apropió. El desfile sucedió y la gente siguió llegando. Cientos de miles de personas llegaron de todo el Reino Unido a visitarlo. Dejaron flores y coronas. Por supuesto, para muchas personas era la única esperanza que tenían de conectarse de alguna manera con la persona que amaban y que se había desvanecido en el pantano del Frente Occidental y entonces el gobierno decidió que debería haber de hecho una estructura permanente en piedra.
En Noviembre de 1920, un cenotafio permanente fue revelado. Ese día, el cuerpo de un soldado desconocido fue traído desde el Frente Occidental, a través de las calles a la Abadía de Westminster, y se suponía que debía ser puesto en una tumba allí (donde de hecho está al día de hoy) pero; de nuevo las autoridades tuvieron que cambiar sus planes, tuvieron que permitir la participación pública. La tumba se dejó abierta por dos semanas y el ataúd estuvo allí. Un millón, veinticinco mil personas (one and a quarter million) hicieron fila frente a éste —muchos de ellos sollozando, otros llorando. Era una acto de duelo colectivo que el gobierno, creo, estuvo forzado a conceder.
Y he visto lo mismo recientemente. Sí van al Monumento a los veteranos de Vietnam en Washington, esa maravilla que verán que la gente va y pone su propia ofrenda —a veces un osito de peluche; algunas veces una botella de cerveza que era a lo mejor, la cerveza favorita de un soldado—y creo que es una cosa muy buena que tenemos esta combinación de conmemoración oficial y no oficial.
En toda Bretaña y Francia y mucho del mundo occidental, después de la Primera Guerra Mundial, la gente construyó monumentos en sus aldeas y pueblos, Eventualmente algo así como 60,000 de ellos en la GB…Gran Bretaña y Francia nada más. El obelisco era popular porque era fácil de hacer y barato, pero la gente también levantó edificios útiles, levantaron clínicas, bibliotecas, jardines, fuentes. En la aldea de mi abuela en Gales del Norte hay algo llamado el Monumento-salón Criccieth donde fui una campanilla azul regordeta y algo resentida, en un desfile de la victoria en 1946.
Así que, parte de lo que hacemos con la conmemoración y con las Artes en esa famosa frase “olvidemos”. Estamos pensando en recordar lo que la guerra significa, estamos intentando preservar alguna recolección de ella para las generaciones futuras. Tal vez hay una esperanza interna que ellas no sufrirán lo que esas generaciones precedentes sufrieron. Y así, preservamos los campos de batalla, tenemos tumbas de guerra —las imperiales y las de la Commonwealth[2]. Soldados de todo el Imperio Británico fueron enterrados allí donde cayeron, alrededor del mundo y creo, de forma muy marcada que no hubo distinciones de rango en esas tumbas en esos cementerios.
Y también, en el desenlace de la Primera Guerra Mundial, fundamos museos de guerra, y esto fue algo bastante nuevo pero creo que fue un intento de lidiar con una guerra que fue más grande de lo que nadie hubiera podido imaginar. El Museo Imperial de Guerra en Bretaña fue fundado en 1917. Australia fundó el suyo también en 1917. El canadiense fue fundado en la Segunda Guerra Mundial. Los museos —y no necesito decírselo a las personas que trabajan aquí— esto puede ser un poco engañoso porque esperamos que sean a la vez monumentos y lugares de educación —en Australia lidiaron con el asunto haciendo simplemente del Monumento un Museo. Simplemente combinaron los dos. También deberemos creo, recordar —y parte de esto viene del desacuerdo sobre lo que debería haber en los museos y sobre sí son monumentos o lugares de educación y cómo van estas dos cosas de la mano —deberíamos recordar qué el cómo recordamos la guerra cambia. Tendemos ahora a tener un punto de vista particular de la Primera Guerra Mundial ampliamente como una guerra fútil, un desperdicio, una guerra horripilante. Cuando pensamos en la Primera Guerra Mundial pensamos en barro, pensamos en trincheras, en enormes pérdidas de vidas sin una razón aparente. Deberíamos recordar que no es como la gente, incluyendo a los veteranos, la consideraron en ese entonces. Los cenotafios y muchos otros monumentos de guerra tienen inscripciones para “nuestros gloriosos muertos[3]”
Cuando se descubrió el monumento a los muertos de Beaumont-Hamel en Terranova —este fue el ataque en el que Terranova perdió tantos hombres—el gobierno le preguntó al general que había estado al mando, el General Haig, que descubriera el monumento y, cuando el General murió en 1928, un gran número de veteranos se presentó a hacer duelo por él.
Fue sólo más tarde cuando algunas de las novelas anti-guerra y de la poesía anti-guerra empezó a salir que empezamos a pensar de forma diferente al respecto, y entonces siempre debemos recordar que cómo recordamos el pasado cambia con el tiempo y frecuentemente, refleja nuestras preocupaciones. Para Canadá, el Monumento de Vimy ha cambiado su significado. Fue erigido donde Canadá tuvo una victoria y dónde los canadienses pelearon por primera vez como una unidad, y cuando fue abierto en 1936; la gente habló de tierra embrujada, de tierra santificada, santificada por los sacrificios de quiénes habían muerto. Creo que ahora, cuando vamos a Vimy, lo vemos más como un monumento al duelo por los muertos de esas guerras y la futilidad de esa Guerra. Es difícil saber porque recordamos como lo hacemos. Yo pensaría si me hubieran preguntado en los 70’s que estábamos empezando a olvidar la Primera Guerra Mundial. En Australia, muy pocas personas asistieron al Servicio de Madrugada en el monumento memorial de Canberra, en el aniversario de Gallipoli[4]. En Bretaña, en los 80´s, hubo menciones a eliminar el Día del Recuerdo en las iglesias y concluir con las ceremonias del 11 de Noviembre, y aún así de alguna forma hemos revivido el interés en la Primera Guerra Mundial y ahora se ha convertido en algo que, sin duda en algunos países pero no todos, celebramos.
Lo que encuentro maravilloso de la forma en que hemos conmemorado la Primera Guerra Mundial es que parte de ello ha sido transnacional, y así hay un museo en Francia, cerca de Verdun, una de las grandes batallas francesas que trata de mostrar la Batalla del Somme desde el punto de vista alemán, francés e inglés y pienso que eso es realmente muy importante.
Así que los dejaré con una pregunta: ¿qué tanto tiempo seguiremos o qué tanto tiempo deberíamos seguir recordando y qué tanto cambiarán nuestros recuerdos de nuevo? Y ¿deberíamos seguir pensando en la guerra en sí misma? ¿Debemos seguir tentando los misterios de la guerra —su horror y su belleza, su vileza y su nobleza, su chabacanería y su exaltación, su devastación y si desperdicio y su estímulo al cambio? ¿Por cuánto tiempo debemos continuar juzgando e intentando comprender la Guerra? Creo que debemos hacerlo. Creo que debemos hacerlo porque en su comprensión algo acerca de ser humano —nuestra habilidad para organizarnos a nosotros mismos, nuestras emociones y nuestras ideas y nuestra capacidad para la crueldad así como para el bien. Peleamos porque tenemos necesidades, porque deseamos proteger lo que consideramos querido o porque podemos imaginar haciendo mundos diferentes. Peleamos porque podemos. Pero esa larga asociación de la guerra con la sociedad podría estar llegando a su fin —o quizás debería—no porque por desgracia hayamos cambiado, sino porque la tecnología lo ha hecho. Con nuevas y más espantosas armas, la importancia creciente de la inteligencia artificial, las máquinas de matar automatizadas y la guerra cibernética, nos enfrentamos al fin de la humanidad en sí.
Espero que estas conferencias hayan ayudado a entender lo que la guerra significaba en el pasado. Nos tocará a nosotros considerar lo que significará en el futuro. Gracias.
APLAUSO DE LA AUDIENCIA.
Anita Anand: Otra charla estimulante y provocadora del pensamiento. Podemos tomar preguntas ahora de los espectadores. Tenemos nuestra primera pregunta desde allí.
Richard Balfour: Richard Balfour. Soy abogado en Toronto. ¿Podemos divorciar nuestra forma de ver incluso de los más maravillosos trabajos de arte de guerra desde el punto de vista que expresan? Por poner un ejemplo: ¿Y si la Guernica hubiera plasmado un bombardeo republicano o el Réquiem de Guerra hubiera hecho duelo por la derrota nazi? Y si no podemos ¿derrota la guerra al arte?
Anita Anand: Esa es una buena pregunta
Margaret McMillan: Sí es una magnífica pregunta y tengo que pensarlo por un momento. ¿Puede el gran arte salir de cosas que desaprobamos? Sí creo que sí. Quiero decir que si piensan en las estatuas triunfales que los romanos hicieron de sus guerras que, con gran frecuencia, mostraban una gran crueldad pero aún así lo que producían era de gran belleza; y una de las últimas cosas que Richard Strauss escribió, Los Metamorfoseados, que creo que podría escucharse como una pieza extraordinaria de música. Quiero decir, los musicólogos han argumentado que también critica a los nazis pero no es claro que lo haga. Y sí, pienso que si hubiera un bombardeo republicano y un artista Español del lado de Franco y hubiera hecho una pintura como la Guernica, creo que probablemente lo miraríamos como gran arte.
Y esto podrá ser idealista pero —quizás el gran arte trasciende de las circunstancias particulares y puede mostrarnos el sufrimiento universal humano[5]. Tendré que seguir pensando en ello.
Anita Anand: Es una pregunta muy interesante porque ¿no es el objeto sino el tiempo lo que te permite pensar que es un gran objeto de arte? Por ejemplo, en América estamos viendo un debate actual muy reñido sobre las estatuas confederadas y el arte confederado, que para algunas personas es arte y para otras una horrible realidad del sufrimiento que no tiene mucho tiempo para ciertas personas. ¿Es esa la diferencia entre digamos Strauss y lo que pasó allí, la distancia de la experiencia?
Margaret MacMillan: Ha habido muchos debates entre sí deberíamos derribar o dejar, y he llegado a pensar que tiene que ser una decisión caso por caso. Y las estatuas que fueron puestas en el sur de América, los soldados confederados, un montón de éstas fueron puestas recientemente. Fueron puestas durante los 50’s cuando el Movimiento por los Derechos Civiles empezaba y fueron puestas deliberadamente para decirle a los negros Americanos, los Africanos Americanos viviendo en el sur, nosotros ganamos y ustedes perdieron y ceo que esa estatuas deberían ser derribadas sin importar su belleza.
Pero es cierto que la distancia crea una diferencia. Quiero decir, vean estas hermosas pinturas mogoles de batallas, que muestran batallas que causaron una gran crueldad en ese entonces; y las miramos como obras de arte porque no conocemos realmente el contexto y entonces, no nos sentimos obligados a tomar partido. Y miro algunas de estas pinturas triunfales —quiero decir el Napoleón cruzando los Alpes de David, que es una extraordinaria obra de arte. Cuando piensas en la miseria que Napoleón llevó a Europa, no debería conmemorárselo, pero miras la pintura y dices que es una gran obra.
Es decir, tenemos el mismo problema con Wagner. Saben que si miramos los puntos de vista de Richard Wagner, son muy frecuentemente retrógrados, comúnmente los encontramos horribles, su anti-Semitismo es algo que consideramos horrible, pero escribió música tan maravillosa. Y siempre va a ser complicado y siempre nos encontraremos con esta tensión entre quién lo hizo, lo que se muestra y la cosa en sí misma y nunca lo resolveremos realmente, pero creo que eso es parte de la complejidad de ser humanos y lidiar con las Artes.
Nick Panter: Hola. Nick Panter, solo un ciudadano canadiense, y gracias por hacer esto. Una forma moderna del arte que he visto en televisión —una nueva forma de arte que también nos ha llevado a YouTube y cosas así y la televisión tiene entretenimiento pero también solía tener (algunos dirán) o todavía tiene integridad periodística, pero lo que estamos viendo es la convergencia de los dos. ¿Te encuentras con que la nueva forma de hacer periodismo, que está de moda y puede verse como una forma de arte en la televisión; está exacerbando o diciendo comentarios sobre la marca de Caín y justo esos conceptos de guerra que tiene la gente por ver esos shows en la televisión?
Margaret MacMillan: De nuevo es difícil. ¿Desensibiliza a las personas? ¿las hace menos deseosas de confrontar los horrores de la guerra? Y lo que encuentro que falta en muchas de las noticias de televisión actuales es la disminución de la capacidad de las televisoras para tener gente transmitiendo desde locación y. Y que frecuentemente tenemos gente cubriendo conflictos que realmente no saben…especialmente conflictos complejos. En otras palabras, si miras lo que pasa en Irak y Afganistán donde tienes estas partes móviles y gente cambiando de bando y diferentes ideologías yendo y viniendo. Creo que necesitas gente con profundos conocimientos locales. Y creo que nuestros medios, creo —parcialmente la televisión y sus noticias…la prensa impresa también…simplemente no tienen la capacidad ya de hacerlo y creo que todos perdemos como resultado.[6]
Anita Anand: Margaret, hemos hecho muchas millas con la Marca de Caín. Hemos viajado a lugares que han visto la guerra muy recientemente, otros que han visto un largo periodo de paz. Escuchando todas las voces que has oído, pensando en todas las cosas que has pensado ¿dónde estamos ahora?
Margaret McMillan: Creo que estamos, como frecuentemente lo estábamos en el pasado, chapoteando en el lodo. Hay muchos de nosotros que preferiríamos no ver otra guerra, pero también creo (muchos de nosotros) reconocemos que a veces la guerra vienen lo quieras o no, Espero sinceramente que no y no creo que urgiría a las personas a examinar la guerra porque es algo glorioso, sino porque creo que si no la examinamos no creo que tengamos la capacidad de entenderla. No creo que estudiar la guerra es asumir que es buena, asumir que siempre estará con nosotros, pero es algo que debemos confrontar y necesitamos juzgar y entender porque, si no la entendemos; como podemos mirar al futuro con la esperanza de de evitarla una vez más.
Tantas guerras en el pasado las hemos comenzado por afrentas a nuestro orgullo, honor. Es decir, saben que pensamos que somos adultos, pero frecuentemente nos comportamos como adolescentes. ¿Saben? Si examinan lo que se decía en las capitales europeas en 1914, decían cosas como “no podemos dejar que nos hagan esto”. No es diferente, no me lo parece, cuando lo miras realmente de cerca, de las peleas entre pandillas callejeras. La gente no quiere ser deshonrada y en algunos casos, preferiría morir que ser deshonrada, y creo que tenemos que entender eso y juzgar y lidiar con ello y persuadirlos de que hay otras formas de tener honor y otras formas de evitar el deshonor.
Anita Anand: No puedo pensar en una mejor nota que dejar. Gracias por tan memorable y provocativa serie. Todas las conferencias de la serie están disponibles en el sitio Reith vía sitio web de Radio 4y hay montones de información sobre conferencias anteriores también. Muchas gracias a nuestros anfitriones del Museo de Guerra, la audiencia y gracias especialmente a la conferencista Reith del 2018, la Profesora Margaret MacMillan.
APLAUSOS.
[1] ¿O serán guirnaldas? En México es usual la corona, una gran rueda creada con flores sobre una estructura rígida mientras que; según he visto en las películas, la guirnalda es igual una rueda pero sin un soporte, los tallos van entretejidos y es más usual como forma de entretenimiento para niños y jovencitas que como adorno mortuorio. En fin, un adorno con flores.
[2] Una asociación de estados soberanos bajo un juramento de fidelidad más o menos vinculante hacia la corona Británica.
[3] «Pero he sufrido heridas demasiado profundas, Sam. Intenté salvar la Comarca y la he salvado; pero no para mí. Así suele ocurrir, Sam, cuando las cosas están en peligro: alguien tiene que renunciar a ellas, perderlas, para que otros las conserven» J. R. R. Tolkien. El retorno del rey. Capítulo 9. Frodo a Sam para despedirse de él frente a los Puertos Grises. No sé si Tolkien se refería a la Primera Guerra Mundial con esta frase, pues estuvo en esa guerra, en las trincheras y por lo que he oído; debió ser tan espantosa que los pocos hombres que regresaron de ella, debieron haber muerto en parte allí. Y aún así, debieron creer que lo que hicieron no fue en vano y que defendieron algo.
[4] Ciudad de la Turquía europea.
[5] En esto coincide con Robert McKee en “Story. El guión.” Para McKee, la gran historia trasciende el trasfondo histórico.
[6] La rapidez de internet y la irresponsabilidad de Twittear o publicar en FB han causado la quiebra de empresas como Reuters, que al menos si no tenían expertos si tenían operativos en todo el mundo. Hoy día, ya ninguna televisora puede pagar eso. Aunque esta es sólo mi opinión. Pudiera haber otras causas.