Cómo escribir ficción

El atractivo fatal de la guerra

Ignoro cuántas películas al año se filman con la guerra como tema principal o de trasfondo. También ignoro cuánto dinero recaudan. Y por encima de todo, ignoro que otro tema se podría usar como sustituto.

¿Qué es lo que sé, entonces?

Que se trata del tema más recurrente[1]. Que se la menciona o se gira alrededor suyo; en una variedad de novelas, videojuegos y películas sin importar el género. Incluidos los cómics y las galletas de animalitos… no eso no (eso ya es locura mía). Simplemente; Tolkien menciona los bravos y valientes guerreros de Gondor  (quizás una mención a la religión pues estos guerreros pelean contra el mal), Guerra y Paz gira alrededor de la conquista de Moscú y la carne de cañón, Hiroshima mon amour ocurre en una Hiroshima post-bomba con una heroína francesa que ha tenido un amante alemán, Mujercitas hace un aparte y narra nos lleva a la angustia de no saber quién volverá del frente. Películas como Dunquerque, Midway, La hora más oscura. Los juegos de video como Halo y Gears of War[2].

Y que, definitivamente no soy ninguna experta. Por lo que les dejo esta traducción de un grupo de conferencias Reith de la BBC del 2018. En ella, la Profesora Margaret MacMillan, historiadora, relaciona la guerra con el arte. ¿Cómo se crea belleza del horror y el absurdo? ¿Por qué nos fascina?
Recuerden, las traducciones aparecen segmentadas. Para esta ocasión he dudado si incluir la presentación y/o la sección de preguntas…aparecen las dos. Esta ha sido, hasta ahora, la traducción que más me ha puesto a prueba. Espero haber estado a la altura de las circunstancias. Y si no, favor de reclamar en el buzón de quejas para que sea procesada como corresponde, con burocracia.


CONFERENCIA 5: LA ATRACCIÓN FATAL DE LA GUERRA

APLAUSO DE LA AUDIENCIA

ANITA ANAND: Bienvenidos a la quinta y última Conferencia Reith por la historiadora Canadiense, la Profesora Margaret McMillan.

Esta es, definitivamente, una ocasión de regreso a casa para Margaret y vaya lugar para concluir (la serie de conferencias). Estamos en el arquitectónicamente apabullante Museo Canadiense de la Guerra en Ottawa y aquí, en esta enorme Galería LeBreton estamos rodeados por tanques en un lugar a rebosar de armas desde el siglo XVIII hasta el día de hoy. De hecho hay un avión de guerra suspendido ominosamente sobre nuestras cabezas.

Aquí yace una de las grandes paradojas de la guerra y cómo nos sentimos sobre ella porque, no les mentiré, es excitante estar aquí, rodeados de todos estos objetos, incluso a pesar de que sabemos son armas diseñadas y posiblemente usadas para matar personas.

La Profesora Margaret MacMillan ha llamado a su serie de conferencias La marca de Caín. El asesinato de Abel por Caín fue, según la biblia, tanto el primer homicidio como la primera ocasión en la que los humanos han escrito sobre el asesinato.

En esta charla Margaret McMillan dirigirá nuestra atención a las siguientes preguntas: ¿cómo representamos el conflicto? ¿Cómo lidia el arte con la guerra? ¿Podemos realmente crear belleza del horror y la muerte? Y ¿cómo recordamos realmente la guerra y aquéllos que mueren por esta causa?

Esta conferencia se titula La fatal atracción de la guerra (War’s Fatal Attraction). Por favor, den la bienvenida a la conferencista de las Conferencias Reith del 2018: Profesora Margaret MacMillan.

LA AUDIENCIA APLAUDE

MARGARET MCMILLAN:

Muchas gracias y merci bien (muchas gracias…[3]). Je suis bien hereuse d’etre ici (Muy contenta de estar aquí). Es maravilloso estar en casa y estar con tantos amigos y tantos compatriotas, y muchas gracias a todos por estar aquí, es un gran placer.

En abril de 1918, A. Y. Jackson, el gran artista canadiense, escribió: ‘Fui con Augustus John una noche a ver un ataque con gas que hicimos sobre las líneas alemanas. Era un maravilloso espectáculo de fuegos artificiales con nuestras nubes de gas y las llamaradas alemanas y cohetes de todos los colores.’ Y entonces pintó la escena que forma parte de la colección aquí del Museo de la Guerra llamada Ataque de gas, Lievin 1918. Muchos de ustedes ya la han visto. Es una pintura sombría con un trasfondo muy oscuro, la tierra devastada, pero a la distancia manchones de luz verde y rosa, surgen de lo que parecen estrellas y largas nubes azul-verdosas. Es un trabajo hermoso y es acerca de uno de los más mortales tipos de ataques que tuvieron lugar en la Primera Guerra Mundial.

Este es un lugar muy apropiado para hablar acerca de cómo lidiamos con la guerra en las Artes, como la saboreamos y la imaginamos, como intentamos y la sobrellevamos, como los artistas van y tratan con ella; y es también un lugar muy apropiado pies parte de lo que hacemos con la guerra es conmemorarla —juzgamos y la recordamos, juzgamos y enseñamos acerca de ella. Así un museo es tanto un lugar para coleccionar los artefactos de guerra, los productos de la guerra, pero también dónde juzgarla y darle sentido, juzgarla y conmemorarla.

De lo que he estado hablando en estas conferencias es de la complicada relación que tiene la guerra con la sociedad humana, de las formas en las que la guerra se mezcla con la historia y el desarrollo de la sociedad humana y nuestros propios sentimientos bastante confusos sobre la guerra — sentimientos de horror y atracción por ella a la vez. Y hoy quiero mirar particularmente como es que las Artes tratan con esa fascinación y horror y como juzgamos y asimos a través del Arte la complejidad de la guerra y como la juzgamos y la conmemoramos. Y por supuesto aquéllos en el Arte y las Artes mismas responden a la guerra, pero también moldean nuestras actitudes, nos ayudan a conceptualizar la guerra, nos ayudan a recordar la guerra y en ocasiones, nos ayudan a oponernos a la guerra. Cuando se piensa en la Literatura de guerra que fue resultado de la Primera Guerra Mundial o de la literatura, las canciones, las películas consecuencia de la guerra de Vietnam, aquéllas tuvieron una parte importante en dar forma a las reacciones que tuvimos y entonces y desde entonces hacia la guerra. Y esta es una paradoja, creo, los objetos de gran belleza que pueden obtenerse de este intento de tratar con la guerra, pero sólo tenemos que pensar en cosas como el Requiem de la Guerra de Benjamis Britten o la gran novela Guerra y paz o la maravillosa estatua que pueden mirar en el Louvre: La victoria alada de Samotracia.

Es curioso, creo, que no todas las guerras producen el mismo nivel de compromiso artístico. La Primera Guerra Mundial produjo literatura más grande, mejor poesía, mucho mayor cuestionamiento del significado de la guerra que la Segunda Guerra Mundial, y eso podría ser porque la Segunda Guerra Mundial, al menos para aquéllos de nosotros del lado aliado, era mucho más claro: era una guerra que sentíamos que debía ser peleada; mientras que la Primera Guerra Mundial, más y más llegamos a pensar que era una guerra que no debió ser peleada. Y esa es la razón, creo, por la que un buen número de escritura artística y películas y fotografías y la razón que creo por la que mucho se obtuvo de la guerra de Vietnam; que fue una guerra que muchos americanos y otros alrededor del mundo empezaron a pensar que era una guerra que no era necesaria y empezaron a preguntarse porque se había peleado. Así que quiero mirar algunas de las razones, razones particulares por las que los artistas tratan de la guerra y porque apreciamos lo que intentan hacer. Una de las razones, creo, es la catarsis —simplemente juzgar y sacar fuera los sentimientos que tenemos sobre la guerra; tanto si hemos peleado o simplemente la observamos o la hemos sufrido, al descubierto. Hay algo sobre la guerra que viola las normas sociales y sentimos de alguna forma que la guerra es algo que corrompe.

En La Eneida, cuando Eneas persuade finalmente a su padre de abandonar Troya, le pide al viejo que lleve las cosas más sagradas que poseen, los símbolos de la religión de sus dioses y su padre se rehúsa al principio a llevarlas y Eneas discute con él y dice: “Padre” —y cito—“toma en brazos los emblemas sagrados de nuestros dioses patrio. Para mí, fresco de la fiera batalla y la matanza reciente, sería un pecado manipularlos hasta que me haya lavado con agua en movimiento” Y creo que eso es parte de lo que las Artes pueden hacer, es ese acto de catarsis.

Una mujer soviética que fue asistente médico de la Segunda Guerra Mundial dijo una vez:“En la guerra tu alma envejece.” Homero fue visto por los griegos como un doctor del alma y así pienso que es una parte importante de lo que las Artes pueden hacer.

Creo que lo que las Artes pueden hacer, particularmente, quizás durante la guerra, es actuar como gesto de desafío y de esperanza. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los prisioneros de guerra organizaron obras teatrales y conciertos. Oliver Messiaen, el gran compositor francés, por ejemplo, fue hecho prisionero alemán en 1940 y se halló a sí mismo en la compañía de tres músicos profesionales —un clarinete, un violinista y un chelista—en su prisión en Alemania, y el mismo tocó el piano. Se las arregló para obtener algo de papel y un lápiz de un amistoso guardia alemán y encontraron, asombrosamente, algunos viejos y destartalados instrumentos y escribió un cuarteto al que llamo ó un cuarteto al que llamo El cuarteto del fin de los tiempos. Basado en el Libro de las revelaciones,  en ocho partes y fue tocado por primera vez en el patio del campo y bajo la lluvia el 15 de Enero de 1941. Más tarde recordó: “Nunca se me escuchó con tan absorta atención y comprensión.”

La octava y última parte del cuarteto se titula Elegí a la inmortalidad de Jesús, y de nuevo en palabras de Messiaen, y creo que es valiosos citarlas aquí, “Está especialmente enfocado al segundo aspecto de Jesús, Jesús el hombre, la palabra hecha carne, levantado de entre los muertos para nuestra comunicación de su vida. Es todo amor. Asciende lentamente, el extremo agudo de la ascensión del hombre a su dios, del hijo e dios al padre, el ser hecho divino hacia el paraíso.” Y así actuando, creo, como un gesto de desafío, actuando como catarsis, pero también pienso que las Artes pueden ayudar en darle sentido al misterio de la guerra porque es una actividad misteriosa. ¿Cómo pueden los seres humanos organizarse de esta manera? ¿Cómo pueden soportar lo que soportan en la guerra y cómo pueden, por supuesto, cometer tales horrores frecuentemente?

Tim O’Brien, quien es uno de los grandes escritores (en mi opinión) de la guerra americana en Vietnam dijo: “para el soldado común, al menos, la guerra tiene la textura, el sentimiento espiritual de una enorme niebla fantasmal, densa y permanente” Y empero, seguimos intentando hacer esa apuesta. Seguimos intentando dar voces a los soldados, muchos de los cuáles no se podrían darse voces a sí mismos por supuesto, especialmente antes de la época en que la que muchos soldados eran letrados. En los viejos días sólo los oficiales podían leer y escribir, pero hemos intentado recobrar las experiencias de esos soldados, escuchando las canciones de soldados, escuchando la poesía que se escribió sobre ellos, intentando obtener todas sus voces.

Ahora, las Artes han jugado otros tipos de rol en la guerra: han glorificado por supuesto la guerra y han sido empleadas por la guerra; las Artes han ayudado a preparar a jóvenes hombres para luchar, y ha sido de forma general que son los jóvenes los que parten. Si se piensa en las novelas de G.A. Henty, quien literalmente escribió docenas de novelas antes de la Primera Guerra Mundial sobre heroicos hombres jóvenes que salían a luchar, y los escribió consciente de mentalizarlos para ir y pelear por el Rey, por la Reina, por el Imperio Británico; uno piensa en esas escuelas públicas de chicos o escuelas privadas como se las llamaría aquí en Canadá, quienes recibieron una educación clásica, que leyeron a Homero, La Ilíada, La Odisea, La Eneida. Educaciones clásicas que creyeron que las guerras a punto de librarse serían como esas. Quiénes fueron a la Primera Guerra Mundial con la idea de estos actos heroicos de los héroes clásicos en sus mentes y que por supuesto, encontrarían algo muy distinto cuando llegaron allí.

Y siempre ha habido por supuesto, un elemento teatral en la guerra, el uso de medios para juzgar e intimidar y aterrorizar a los oponentes. En la India; los varios reyes de la India tenían en alta estima a los elefantes en los días anteriores a la formación del imperio británico, pues los elefantes eran terroríficos. Quiero decir, no solían ser muy buenos en guerra —eran muy grandes, si eran heridos eso podía ser una verdadera lata; consumían una cantidad enorme de comida —pero el elefante estaba allí para  desconcertar e infundir el terror. Y creo que por supuesto las palabras “desconcierto” e “infundir terror” con las que somos familiares desde la reciente invasión y ocupación de Irak. Y a través de los siglos las personas han hecho máquinas de guerra, han usado la caballería para intimidar a sus oponentes.

Frecuentemente también en la guerra, puedes ver algunas de las mismas maniobras y la disciplina que se necesita en las Artes, la danza, el teatro. En Mesoamérica, de hecho muchas de las batallas que tomaban lugar entre los diferentes estados de las Américas, sólo tomarían lugar en los tiempos establecidos en el calendario y frecuentemente en América Central y en México; peleaban vistiendo ropa muy elaborada. Establecían las reglas de batalla antes de que empezaran y establecían cuando éstas batallas terminarían. Estaban coreografiadas en un sentido.

CONTINUARA…


[1] Por no olvidar que esta pandemia es una guerra. Una guerra contra el virus, contra nuestras propias costumbres (tocarnos la cara constantemente, saludar de beso, movernos incesantemente de un sitio a otro). Y contra sus consecuencias económicas, sociales y educativas. Contra nuestros propios deseos.

[2] Dan podría hablar de esto mejor que yo.

[3] Mi francés alcanza para decir oui et merde.

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