Cómo escribir ficción

¡Es un hecho heroico una escena? Toma 2

Me parece que por una vez no odiaré esa costumbre tan suya y burocrática del diccionario de mandarte de aquí para allá en tu búsqueda del saber sin que logre aclararte realmente nada.

Hecho heroico. Esto me da una pista, del mismo modo que Yuval Noah Harari nos lo ha dicho: sólo los actos de los reyes son importantes. Los acontecimientos narrativos nacieron con el acto heroico. Salvar a la doncella. Decapitar al dragón. El acto como una división artificial nació después, cuando poco a poco se permeó la idea[1] de que los actos dignos de contarse no eran sólo los de los reyes o dioses. Aún con eso, lo cotidiano no es heroico. Al menos no hasta que conlleva sobrevivir de modo extraordinario a un evento incitador que interrumpe la vida de TODOS LOS DÍAS.

Y si juntamos acto heroico con «conjunto de decorados» me parece que vamos acorralando poco a poco lo que es una escena. Incluso si al final terminamos con un trozo arrancado de piel porque la bestia se ha escapado.

Al provenir (parece obvio aunque quizás no lo sea, la evolución es un asunto que involucra muchas cosas que estaban pero ya no y no hay restos sin descontar que la evolución no es lineal) del teatro; podemos afirmar que las limitaciones físicas que circunscriben una obra a ocurrir en un lugar o el menor número posible de lugares (presupuesto y movilidad), reducen nuestra subdivisión a un espacio único. Por lo tanto, una escena sucede en un sólo lugar y el cambio de escenario nos da en automático un cambio de escena o el comienzo de una; donde los más importante es este cambio físico de lugar. No descarto que haya escenas que suceden dentro de dos espacios físicos a pesar de que deben ser muy difíciles de lograr; porque eso rompe con la continuidad temporal.

Aunque esto no sucede limitado al espacio físico. El lugar también puede situarse en estados mentales o emocionales. Como una visión del futuro, una llamada telefónica, un monólogo o una alucinación esquizofrénica. Una visión se interrumpe y cambiamos de escena, la llamada telefónica da lugar a otra y la alucinación empieza a involucrar otros aspectos. Es decir, interrupción y cambio de <<lugar>> o de <<la continuidad espacio-tiempo>>.

Sumemos a esto el «suceso considerado como un espectáculo digno de atención«. Entonces tenemos que hay actividades, de la vida diaria  o no, que nos importan. Nos importan porque nos dicen cosas. Son como una carta o una publicación de Facebook, excepto porque no aparece sólo lo bueno, el exterior rosita-fresita. No, incluye las cloacas de la mente. Los rincones oscuros y los prados de cielos azules. Por supuesto…sólo cuando es importante[2]. Hasta aquí. Mi cerebro corre a toda prisa y en segundo plano la aplicación “Debo terminar de traducir ese cuento y mandarlo a Dell magazine magazine para que me rechacen otra vez” junto con “Debo terminar esa maldita cosa roja”[3] o “Quiero terminar de traducir las próximas tres entradas pero necesito encontrar la traducción al español de Henry V”. Así la cosas, debo poner punto final. Hasta el próximo desvarío.


[1] ¿Podríamos decir que tanto Shakespeare y Cervantes comenzaron a filtrar la idea en Las dos alegres comadres y El ingenioso hidalgo…?

[2] El qué o el cómo se vuelve importante es como una jugada política. Parece casual pero no lo es. Repercute.

[3] Novela estúpida, alguno de estos lunes les pondré una probadita.

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