Lunes de patchwork: SNS y escribir

Me gusta el color azul y soy niña

Cómo preámbulo a esta frase creo que necesito explicar dos cosas: una, mi sobrino está en edad preescolar y dos; comprendo que de alguna forma se les tiene que enseñar a los pequeños qué baño les corresponde. En México, los baños públicos para adultos siguen separados por la polaridad hombre-mujer o mujer-hombre.[1]

Con esta información empiezan las chorradas de hoy.

Jugando con mi sobrino (no recuerdo exactamente qué pasaba ni por qué salió (mi mente es a cada segundo que pasa un caos más revuelto, se me empiezan a ocurrir cosas en desorden), expresé que me gustaba el azul. Él, inmediatamente replicó:

—Pero tú eres niña, te gusta el rosa

—No, a mi me gusta más el color azul

—A las niñas les gusta el rosa y a los niños el azul

—Pues soy niña y a mí, no me gusta el rosa —contestó mi contestatario y rebelde afán de llevar la contraria (y que tiene confianza en que mi sobrino me rebatirá con igual espíritu contradictorio); porque la verdad, si me gusta el rosa…no todas las tonalidades.

Odio con fervor el rosa pastel con el que tejen las chambritas para bebé – – y también el azul del mismo tono. Sin embargo, si me dan a elegir, preferiré el azul al rosa desde el medianoche más profundo hasta el azul turquesa más brillante, cítrico y chillón.

Desde entonces, he observado la amplia gama de colores presentes en los juguetes para niños y la pobreza de tonalidades en los juguetes de niña. Pues, así sea una patineta, una bicicleta o ¡un arco! (Katniss logró lo que Mérida de Valiente no pudo, dar variedad a las actividades de riesgo femeninas); éstos suelen ser invariablemente, rosas. De cuando en cuando y con suerte, puede uno encontrar el morado.

Claro que ésta ausencia de opciones se revierte de forma extraordinaria en la edad adulta. Los hombres no suelen tener acceso a prendas tan coloridas como las femeninas y el eterno blanco y negro es el parangón de la elegancia del buen vestir masculino. Pasando por el azul marino y el gris.

Sólo los gays se permitían variar su guardarropa con esa fantasía policromática del espíritu libre de prejuicios. 

Y  con toda la libertad de elección de colores que hacemos gala en el vestido (y los zapatos), seguimos haciendo uso del rosa como estandarte en las campañas comerciales o sociales que implican mujeres. Hay un shampoo con una campaña televisiva para Argentina con el «poder rosa» como eslogan y el cáncer de seno se identifica con un lazo rosa perla.

¿En qué momento se vestirán los bebés de rosa y/o azul con independencia de su sexo?
Supongo que cuando hayamos abandonado el machismo interior del código de colores dónde se necesitan diferencias entre uno y otro.

Claro que este tipo de cosas son más un acuerdo tácito para volver el mundo más comprensible y fácil de catalogar que un elemento machista subconsciente. Porque hasta a mi (que lo estuve pensando) se me haría un poquito (de acuerdo, un algo) raro; un bebé niño con ropa en rosa o vestidos. La mantita puede ser de cualquier color. ¿La ropa? No sé. También me causa conflicto no ser capaz de definir al mundo en polaridades, le ahorran a uno situaciones complejas…hasta que recuerdo que preferiría una navaja Suiza de regalo a un anillo de diamantes o una bolsa de marca. Y la variedad de Pantones en los objetos.


[1] ¿Siguen separados en los recintos escolares y se unifican para los adultos ó se han vuelto uno para todos en todas partes; en otros países? —comenten y no me dejen con la duda… Google no es tan bueno respondiendo estas preguntas

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